LA SEQUIA SIGUE HACIENDO ESTRAGOS EN EL NORTE DE SANTA FE.

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La falta de agua continúa haciendo estragos en la zona de San Javier. La incertidumbre se prolonga para el productor agropecuario.

En la región de La Criolla, situada a unos 60 kilómetros al norte de San Justo, la situación en el sector agrícola ha evolucionado de ser crítica a verdaderamente devastadora. La prolongada sequía está causando estragos en la tierra, resultando en la pérdida de animales y una dramática disminución de la flora y fauna.

Sergio Semino, un experimentado productor agropecuario de la zona, compartió sus preocupaciones, diciendo: «Tengo 54 años y he estado cuidando de mi hogar durante 40 años, pero nunca había presenciado algo de esta magnitud».

Las consecuencias de la sequía son palpables en toda la región. Las huellas de ganado quedan marcadas en una tierra árida y un paisaje que se asemeja al de un incendio, aunque en realidad es el resultado de la falta de crecimiento vegetal. Los campos arrendados están improductivos, y los arrendatarios enfrentan graves pérdidas. Según Semino, «el arrendatario nos informó que no puede producir, y de un ganado de 160 cabezas, perdió a 50 de ellas».

La situación se agrava por la falta de apoyo para los propietarios de tierras. Aunque se ha mencionado la posibilidad de subsidios, estos parecen estar destinados únicamente a los dueños de ganado y no a quienes poseen terrenos. En palabras de Semino, «Llambi Campbell, que es una localidad acomodada, está completamente paralizada. La incertidumbre es latente, y no sabemos si habrá cesación de pagos. La siembra de girasoles es inexistente, y la siembra de maíz es extremadamente limitada. La preocupación persiste: ¿hasta cuándo continuará esta situación?».

La esperanza recae en la posibilidad de que lleguen lluvias pronto. Aunque se requiere paciencia, ya que llevará tiempo para que el agua penetre en la tierra reseca y permita que la vegetación vuelva a brotar, así como para reanudar la producción ganadera. Sin embargo, la falta de recursos y financiamiento se suma a los desafíos, con tasas de interés anuales del 130 por ciento que resultan poco viables.

Semino concluyó con una perspectiva sombría: «El futuro es incierto, y la preocupación persiste de que las lluvias no lleguen durante los próximos tres meses. Aunque esperamos ansiosamente cualquier atisbo de agua que podamos obtener, enfrentamos una cuesta arriba en todos los aspectos. En tiempos como estos, no miramos al dólar, sino al cielo, ya que nuestras vidas dependen en última instancia de las condiciones climáticas».